Sigue siempre las indicaciones del médico: Ya sea que estés usando gotas para el glaucoma, antibióticos para una infección o lágrimas artificiales, es importante seguir al pie de la letra las indicaciones del especialista. No modifiques la dosis o frecuencia sin consultarlo.

Almacénalos correctamente: Guarda los productos en un lugar fresco y seco, y asegúrate de verificar la fecha de caducidad. Los productos oculares vencidos pueden perder efectividad o incluso causar reacciones adversas.

Aplica las gotas de manera segura: Lávate las manos antes de aplicarlas, y asegúrate de no tocar el gotero con tus dedos ni de permitir que este toque tus ojos para evitar contaminación.

Consulta siempre antes de combinar medicamentos: Algunos medicamentos para los ojos pueden interactuar con otros, así que asegúrate de consultar con tu oftalmólogo si usas más de un tipo de gotas o si estás tomando otros tratamientos sistémicos.

Lava tus párpados y pestañas regularmente: Usar un limpiador específico para párpados, como toallitas de limpieza ocular estériles, ayuda a prevenir infecciones y reduce el riesgo de blefaritis (inflamación de los párpados). Es especialmente importante para personas con piel grasa o que utilizan maquillaje regularmente.

Desmaquíllate antes de dormir: El maquillaje puede obstruir las glándulas de los párpados y causar irritación. Usa un desmaquillante suave para ojos y asegúrate de retirar completamente cualquier rastro de máscara de pestañas, delineador o sombras.

Evita compartir productos de uso ocular: No compartas maquillaje de ojos, gotas oculares ni toallas faciales. Esto minimiza el riesgo de transmitir infecciones como la conjuntivitis.

Elige el tipo adecuado: Si sufres de sequedad ocular, opta por lágrimas artificiales sin preservantes, especialmente si las usas varias veces al día. Los preservantes pueden irritar el ojo si se usan en exceso.

Mantén una buena frecuencia de aplicación: Para ojos secos, usa las lágrimas según lo recomendado. Hacerlo a intervalos regulares ayuda a mantener los ojos hidratados y evita que la sequedad cause molestias o daño a largo plazo.

Sigue las indicaciones de limpieza: Usa la solución de limpieza recomendada y asegúrate de limpiar los lentes de contacto todos los días. Nunca uses agua ni soluciones caseras para desinfectarlos.

No duermas con los lentes de contacto (a menos que sean específicos para uso nocturno y estén aprobados por tu oftalmólogo). Dormir con lentes de contacto regulares aumenta el riesgo de infecciones graves.

Cambia los lentes según lo indicado: No prolongues el tiempo de uso de los lentes de contacto más allá de lo indicado por tu especialista, ya que puede causar irritación e infecciones.

Consulta a un oftalmólogo antes de usar colirios de venta libre: Algunos colirios para aliviar el enrojecimiento contienen vasoconstrictores que, aunque reducen el enrojecimiento, pueden causar efecto rebote si se usan frecuentemente, empeorando la irritación.

Evita automedicarte: Los ojos pueden enrojecerse o irritarse por muchas razones distintas, como infecciones, alergias oculares o condiciones de sequedad. Si tienes síntomas recurrentes, es mejor consultar a un especialista en lugar de automedicarte.

Mantén limpia la ropa de cama: Lava con regularidad las sábanas y fundas de almohadas para evitar la acumulación de bacterias y polvo que puedan irritar los ojos.

Evita tocarte los ojos con las manos sucias: Cada vez que llevamos las manos a los ojos, introducimos partículas y microorganismos que pueden causar infecciones. Lávate las manos con frecuencia y usa toallas de papel para secarlas.

El cuidado de los ojos va más allá de simplemente ver bien. Seguir estas recomendaciones te ayudará a mantener una salud ocular óptima y a reducir el riesgo de problemas oculares a largo plazo.